"Juramos goardar et defender el Reyno de Navarra, sus fueros, costumbres, et libertades"
"Nafarroako Erresuma bere foruak, obiturak eta askatasunak zaintzea eta defendatzea, zin agiten duzu..."
DISCURSOS DEL REY DE ARMAS 
(FERNANDO HUALDE)

PREGÓN

         Infanzones, fijosdalgos, esforzados caballeros, doncellas de rostro hechicero, oíd, oíd, oíd:
         Su Alteza Real, el Rey de Navarra, os invita a celebrar una fiesta singular, una fiesta que antiguamente se desarrollaba en los diversos alcázares del Reino.
            Si la ambición, las armas, y el paso de los siglos, desmoronaron muchas de aquellas regias mansiones y fortalezas, asombro de Europa, en pie –al menos- nos quedó una bella tradición.
            El Muthiko Alaiak nos congrega esta tarde para celebrar la Fiesta del Rey de la Faba, por nuestros reyes instituida.
            Navarra va a proclamar a su Rey y Señor, que hoy será Reina y Señora, para que vele por la integridad de su suelo, de sus hombres, de sus valores...
            Hoy, como ayer, vamos a ver sentado en el trono a una hija del pueblo liso y llano. Rindámosle pleitesía, entreguémosle nuestro entusiasmo, para que esta niña, hoy coronada, sea digna de la merced que le va a ser otorgada.
            Y mientras la corte de Navarra se inclina ante ella, ¡trovadores!, ¡juglares!, ¡pulsad cítaras y cantad trovas!, ¡que suenen los salterios!.
            Y vosotros heraldos, coronad las altivas torres de nuestros castillos, y pregonad a todos los pueblos que, en Navarra, sí, algunas instituciones pasan, igual que pasan las gentes, pero algunas tradiciones vamos recobrando, y al final, lo que importa es que el espíritu queda... ¡y renacerá!. Estád seguros de ello.
            Y que aceptando con gozo el ritmo histórico de cualquier momento, queremos avanzar siempre por el camino del honor y del deber, sin renunciar jamás a nuestras íntimas esencias.
            Y ahora, en este magno templo del Santo Cristo del Perdón, complemento de la primitiva parroquia de San Martín, fortaleza de piedad que en otro tiempo formó parte del viejo reino, bajo el recuerdo de Sancho III el Mayor y de Carlos III el Noble, y de todos aquellos monarcas que ocuparon el trono, desde Eneko Arista hasta Enrique de Albret, el sangüesino, volveremos a escuchar aquello de juramos guardar et defender el Regno a nuestro poder.
            Y cada uno de nosotros, cuando oigamos estas palabras, juraremos lo mismo en nuestro corazón; contraeremos el compromiso de aunar esfuerzos, respetando opiniones, para trabajar por nuestro futuro, enraizados en nuestro ser y en nuestra historia.
            Que este juramento, y este es nuestro deseo, agrupe a todos los hijos y sectores de nuestro viejo reino. Que agrupe también a la diversa etnia, a la diversa lengua, a las diferentes ramas de nuestro rico folklore, no vaya a ser que en un futuro alguna de estas sirva para dividirnos.
           
            Y ahora, manteniéndonos unidos en este juramento de guardar y defender el reino, logremos entre todos un gran porvenir para nuestro pueblo.
            Gentes del Viejo Reino: oíd, oíd, oíd.



ALOCUCIÓN CENTRAL

            Acabamos de oír la lectura del mandato real, lectura esta que, como el resto de la ceremonia, es réplica exacta del acto de coronación de los antiguos reyes de Navarra. Hasta el punto de que hemos querido reproducir fielmente aquél acto solemne; el juramento que realizará enseguida la reina niña ante las Cortes es un extracto del que efectivamente realizó en la Catedral de Pamplona el propio rey Carlos III el día de su coronación, cuyo original, sabedlo, se guarda con cariño y celo en los archivos de la seo pamplonesa.
            Estad atentos, ¡abrid todos vuestros sentidos a cuanto hoy veis aquí!. Muy en pequeño, pero realzado por la bella delicadeza de la miniatura, vais a tener el privilegio de contemplar cómo era la coronación de un rey en Navarra; y lo vais a ver en este escenario que es la iglesia del Santo Cristo del Perdón, que recibe la advocación de una ermita que hubo antaño en este lugar, y que complementa y da continuidad a la labor pastoral que durante siglos ha desarrollado en esta localidad la iglesia de San Martín, donde fueron bautizados a la fe aquellas gentes que antaño habitaron este lugar, y que, como sabéis, tuvo el curioso privilegio de ser consagrada un lejano 11 de abril del año 1127 por los tres obispos que se desplazaban a Pamplona para consagrar al siguiente día la Catedral de la capital del reino.
            Gentes nobles y valientes las de este lugar; gentes que fueron fieles a su rey y a su historia; y entre ellos recordamos la figura de fray José de San Francisco Javier, y la del general Marcelino Oraá, aquél que arengaba a sus tropas en la lengua vascongada.

            Insisto, abrid vuestros sentidos. Vais a ser testigos de la coronación simbólica de un Rey de Navarra. En esta ocasión lo hacemos en la persona de una niña beriainesa, Amaya Ordóñez Unciti. Representa ella a todos los hombres y mujeres de esta tierra, ¡a todos!, a los de su tiempo, y a los de toda nuestra historia; a los que tienen aquí sus raíces y a los que, sin tenerlas, han hecho de este pueblo su patria. A los que siglos atrás tomaron las armas en defensa del reino; a todas las mujeres que llevaron el peso de casas y de haciendas; a todas aquellas generaciones que nos han ido pasando el relevo del amor a esta localidad de Beriain; a los que forjaron, desde lo sencillo y lo cotidiano, el día a día de esta localidad; a los que protagonizaron siglos de vida rural; a los que, procedentes de otros lugares, muchos y diversos, se instalaron en este lugar para trabajar en las minas.       A todos cuantos a lo largo de la historia han dado vida a este lugar y a este concejo de Beriain.
            Así pues, es mucho y bueno lo que Amaya representa hoy.
            Y lo hacemos precisamente aquí, en esta parte de la Navarra que circunda la capital, tantas veces eclipsada por la fuerza centralizadora de la ciudad; en esta cendea que allá en el año 1521 asistió a la dura batalla de Noain en la que Navarra prácticamente despedía su libertad como reino. Es aquí, como digo, donde se perdía nuestra independencia y nuestra identidad, la misma que hoy, ahora, la exaltamos como referencia de futuro.

Carlos III, igual que lo hicieran tantos y tantos monarcas en Navarra, juró su cargo en la Catedral de Pamplona poniendo a la Virgen del Sagrario por testigo. Amaya lo hace hoy al amparo de esta soberbia talla del Santo Cristo del Perdón, elaborada en una sola pieza con madera de plátano de Guinea.

            Y ahora, antes del solemne acto de la coronación, a requerimiento de los tres brazos que componían las Cortes de Navarra (Infanzones, Nobleza y Clero), y en presencia de varios embajadores y del legado pontificio, juraba el Rey a su pueblo -igual que Amaya jurará ahora- guardar y mejorar sus Fueros, Usos, Costumbres, y Libertades.



EPÍLOGO

Vecinos de esta localidad de Beriain…, vecinos de otras buenas villas que nos acompañáis, y de ello agradecidos estamos…; habéis asistido a un acto único, histórico.
Hemos visto una coronación real tal y como la celebraban nuestros reyes; hemos recuperado también una ceremonia peculiar, la del Rey de la Faba.
Y de todo esto, fundido en un solo acto, hemos hecho un homenaje a los hombres y mujeres de este noble lugar.
Para unos esto que aquí se ha vivido es folklore, y no les falta razón. Para otros, para nosotros, hombres y mujeres de esta tierra, hombres y mujeres del viejo Reyno de Navarra, además de folklore esta ceremonia ha querido ser una forma de recuerdo a todos aquellos navarros que dejaron su vida hace casi cinco siglos en defensa de la noble causa de la libertad y de la independencia de Navarra. Va por ellos; por quienes resistieron en Amaiur, por los que murieron en Noain, por cuantos navarros, durante siglos, contribuyeron a mantener la identidad, la libertad, y la independencia del Reino.

Amaya… ¡enhorabuena!. Es nuestro deseo que tú, que tus compañeros, que las nuevas generaciones que vienen empujando… mantengáis encendida la llama, mantengáis vivo el recuerdo y la memoria, de aquellos antepasados nuestros que hicieron de valores como la libertad, la fidelidad, el valor, y la constancia…, su bandera.
Eso significa nuestra bandera de Beriain, y eso significa nuestra bandera de Navarra.
Sabed que este año 2010 conmemoramos el 900 aniversario de la primera referencia documental que nos habla de la existencia de Beriain. Ha sido esta ceremonia que acabamos de vivir un buen punto de arranque para, en este aniversario, mirar a nuestras raíces.
Nunca olvidéis que el Beriain de hoy está cimentado desde hace medio siglo sobre un mosaico de culturas y procedencias. Igual que ahora pasa con el resto de Navarra. Esto no es nuevo; también nuestros reyes trajeron a gentes de otros lugares para repoblar el reino.
En consecuencia, vamos a recordar hoy, con el ejemplo que en los últimos 50 años nos ha dado Beriain, que Navarra es tierra que acoge con generosidad, que Navarra busca que todos se sientan aceptados e integrados. Y a la vez queremos recordar a todos los que vinisteis dejando atrás vuestras tierras y vuestras raíces, a todos los que vienen hoy, y, con más necesidad que nunca también a los que siempre han tenido sangre navarra, que esta tierra que pisáis ha tenido una historia y una cultura que debemos conocer, respetar, y hacer nuestra. Y es, además, tened la certeza de ello, una historia de la que nos podemos sentir muy orgullosos.

Finaliza ahora este acto con el desfile por el pasillo central de los diferentes brazos de las Cortes de Navarra. Con solemnidad marcharán los Infanzones, los Nobles, el Clero, doña Blanca de Navarra con el Príncipe de Viana, la Reina de la Faba, y el Rey de Navarra; en ese orden.

Gracias por vuestra asistencia, y desde este alcázar de Beriain nuestra gratitud a todos cuantos habéis hecho posible que el día de hoy sea digno de quedar grabado en los Anales del Reino.

Ezkerrik asko. Muchas gracias.